EL PAÍS ANESTESIADO

29.08.2020

Por Luis Baras


Vivimos en un tiempo extraño y confuso. Algún día los analistas, historiadores y estudiosos de esta época darán con la clave de este tiempo. Para colmo la pandemia ha venido a complicar todavía más nuestras vidas. Y es que en tan poco tiempo se nos ha vuelto todo del revés. Hay cosas que someto cada día a la reflexión y, por más que intento aplicar la razón y la lógica, no alcanzo a ver su sentido. Por ejemplo, y al margen de alguna que otra tunantería, el bipartidismo funcionaba y el país avanzaba adecuadamente formando parte del grupo de los más potentes del mundo desarrollado, hasta que un día nos entró la "cuca" y tanto en la derecha como en la izquierda aparecieron las ganas locas de acabar con él "progresa adecuadamente".

El argumento histórico de toda la vida. Carguémonos lo que funciona para poder justificar nuestra nueva presencia con el argumento de que vamos a resolver los problemas pendientes y, sobre todo, los de los más débiles. Dividamos las tendencias ideológicas para que las cosas sean más difíciles de gestionar y así tenemos el argumento de los salvadores sociales y claro, aprovechando la debilidad de tal división, los nacionalismos también se han venido arriba y se han hecho hueco porque han visto la gran oportunidad ante sus engañados seguidores, ahora o nunca.Una situación así solo se puede resolver con unión, liderazgo y, sobre todo, talento, pero, desgraciadamente no se dan ninguna de las tres cosas y encima la pandemia y su gestión han venido a complicarlo todo mucho más. Hemos entrado en un totum revolutum donde los ciudadanos asistimos, de manera impasible, y nos hemos acostumbrado a seguir cada día los acontecimientos con la sensación de navegar en un barco sin rumbo donde todo lo que se argumenta no solo no es entendible por la mayoría, sino que suele pasar al revés. Se nos miente una y otra vez y lo aceptamos como si la mentira ya formara parte de nuestra día a día y de la nueva política. 

Nadie protesta colectivamente. El insulto y el odio entre partes se han convertido en el arma arrojadiza. Todo lo que hacen los míos está bien y lo que hacen los otros está mal. Le hemos dado la vuelta a nuestra realidad aceptando lo inaceptable porque argumentes lo que argumentes siempre hay alguien que te lleva la contraria y te señala con insultos la mayoría de las veces. Con nuestro voto hemos convertido la política en un sin sentido con ribetes de locura.De modo que no se puede reunir más de 10 personas ni ir sin mascarilla porque nos exponemos a una multa, e incluso al señalamiento y la exclusión social y laboral, pero si se puede asaltar la valla fronteriza, atacar a lo Guardias Civiles, llegar en una patera manejada por las mafias e incluso revelarse con exigencias y hasta escaparse estando infectados, y eso mientras que hay barrios y comarcas confinadas en cuarentena. Y que curioso, todos mira para otro lado desde la política, nadie protesta por ello no vaya a ser que lo tachen de racista que es lo que está de moda. Una mafia okupa tu piso y no se te vaya a ocurrir entrar por las bravas en él aunque lleves la escritura a tu nombre en la boca porque te caes con todo el equipo.Unos pregonan y ponen de moda el escrache como "jarabe democrático" pero cuando les toca a los pregoneros entonces no hay derecho. 

Y así podría poner 100 ejemplos más. Negacionistas en acción. Sindicatos enmudecidos. Parados silenciosos. Empresarios arruinados viéndolas venir. Políticos desaparecidos en sus cargos. Oposición sin rumbo. Etc. Etc. Parece como si nos hubieran anestesiado y nos diera igual ocho que ochenta. Nadie protesta. Tiene más cancha y preocupa más en la redes una pelea entre los contertulios de Sálvame que la investigación sobre Podemos o la necesidad de que se pongan de acuerdo PSOE y PP para sacar los presupuestos adelante para poder recibir la ayuda de la Unión Europea sin problemas. Es lo mismo, da igual, hemos cerrado la boca tras la mascarilla y nos hemos instalado cómodamente ante el Netflix de nuestra indolencia sin darnos cuenta que esa dejación la vamos a pagar con creces...pero entonces, para muchos, ya será tarde.